jueves, 15 de octubre de 2009

1.4. HACÍA LA CONSTRUCCIÓN Y LECTURA DE IMÁGENES.


Tristancho, M. (2000), en su escrito sobre cómo leemos y percibimos las imágenes, nos explica los procesos por medio de los cuales llegamos a construir el imaginario y el conocimiento a partir de los sentidos como receptores principales de estos estímulos.

Ilustración 26

Dibujando manos, pintura de Echer.
Si observamos por un momento a nuestro alrededor nos daremos cuenta de que toda cultura se construye y desarrolla alrededor de la imagen. La imagen es una construcción del pensamiento que nos desarrolla un universo visual interno y externo, de acuerdo a las búsquedas y necesidades que establecen las particularidades individuales de los sujetos, que a su vez conformaran y encontraran grupos que reafirmaran o confrontaran sus imaginarios y certezas; de esta forma establecemos un primer contacto con las diversas imágenes que percibimos en un contexto cultural que determinara nuestros primeros y más importantes aprendizajes.

Una cultura construye sus propios imaginarios de acuerdo a sus tradiciones, hábitos, creencias religiosas, lengua y costumbres, todo esto enmarcado dentro del lenguaje de la imagen como un resultado del desarrollo y las relaciones del hombre con su entorno natural, social y familiar, reflejando con esta sus experiencias comunicativas y percibidas, para luego construir el imaginario común o colectivo, y establecer así un sistema cultural y social determinado.

El cuerpo como representación y receptor de imágenes.
Para el desarrollo del hombre, el cuerpo siempre se ha concebido como un espacio mágico, que debe ser enriquecido tanto física como espiritualmente dentro de una visión que permita su percepción, la contemplación y la expresión, de esta manera reafirmando lazos afectivos con el entorno, con el otro, los otros y lo otro.


En esta medida, el cuerpo pasa a ser territorio conductor de señales, sensibilidades y emociones transmitidas por el trato que recibimos y ofrecemos a los demás, generándonos reflexión sobre nuestra corporalidad y la de los otros.

Ilustración 27

El lenguaje corporal.
Así mismo, no debemos olvidar cuantas veces ha sido vulnerado este universo, a consecuencia de la constante transformación social y del hombre sobre este; modificándolo, violentándolo, marcándolo, estigmatizándolo, limitándolo, restringiéndole espacios vitales para la construcción de la imagen de sí mismo.

Muchos de los patrones de conducta y comportamiento de los adultos, es el reflejo de la imagen que recibieron de niños por parte de las relaciones que tuvieron con los padres, maestros y familiares; de los mimos, caricias, arrullos y experiencias compartidas que nosotros les ofrecemos, fortaleciendo o debilitando los lazos afectivos con el niño, quien a su vez está adquiriendo y desarrollando un lenguaje corporal propio, que construirá formas comunicativas definidos por los patrones culturales del contexto que rodea al infante.


Otro elemento determinante de las lecturas y escrituras corporales es la gestualidad con que comunicamos y queremos transmitir, factor que puede intensificar y conformar códigos particulares de cada individuo, y así mismo determinar patrones comunes que identifican diversos grupos humanos en las culturas o grupos sociales.

Pero, aprender a reconocer y a desarrollar este lenguaje corporal requiere de un maestro o guía, quien enseñe a percibir bajo este mismo lenguaje los universos de imágenes recibidas y transmitidas.


Constituir el lenguaje corporal parte desde el mismo momento de la concepción y gestación del ser humano en el vientre de la madre, que luego viene a configurarse en las relaciones con la familia y el entorno más cercano a su contexto cultural; finalmente, termina reafirmando su imagen en la escuela, por lo que aquí el papel del docente es importante, en la medida que ayuda a descubrir estas lecturas y escrituras con el cuerpo, a limitarlas, censurarlas, ignorarlas o expandirlas.

Observando con las manos.
Las manos son una parte fundamental que nos permiten tener un contacto directo y tangible con la naturaleza que nos rodea, de asir y aprender las diversas imágenes que nos transmite a través de lo corporal, de lo físicamente palpado y sentido con estas.

Ilustración 28

Mano águila.
Muchas veces no nos damos cuenta de que las acciones que realizamos con las manos no solo son para el trabajo cotidiano, que ha hecho de estas una herramienta que es empleada casi inconscientemente en las actividades habituales; sino que hay una percepción más allá del hacer por hacer, que nos permite atrapar inmediatamente también lo que tenemos en mente y moldearlo, para sacarlo a la luz darle tangibilidad por medio de una imagen perceptible y que despierte emoción en los sentidos y los sentimientos.

Las manos nunca deberán estar subordinadas a las manualidades, a las que por siglos la sociedad a condenado, no son partes del cuerpo que sean aisladas de la razón y el pensamiento, de una mente que concibe su acción de acuerdo a un sentimiento interno que quiere ser transformado también para ser atrapado a través de una imagen realizada con estas.

De esta manera tenemos la posibilidad de observar con las manos lo que nos circunda por medio de las texturas, las cuales nos darán una imagen instantánea de lo que hay a nuestro alrededor sin necesidad de ver con los ojos, lo que convierte a esta propiedad en una función elemental y primordial, característica del lenguaje humano y con un sentido que llega a convertirse en los propios “ojos” de quienes no poseen esta capacidad, mientras que quienes las poseemos muchas veces no las empleamos lo suficientemente bien para no solo ver, sino para observar lo que otros si pueden percibir y ver.

La perspectiva del mundo desde la visión de nuestros ojos

Imagen 29

Perspectiva.
Apropiarse de la imagen desde las diferentes perspectivas que se puedan tener y captar en ellas, teniendo en cuenta las escalas percibidas entre distintos puntos de vista, el cómo y qué vemos los adultos es muy diferente al cómo y que observan los niños del mundo que los rodea, lo que difiere en la producción y la percepción de las imágenes. Se debe observar desde diferentes posiciones la realidad para poder comprenderla, recibirla y reflejarla mejor, entendiendo entonces las diversas miradas sobre esta, no debemos olvidar nunca aquel niño que también existe dentro de cada uno, y que puede observar, sentir y transferir imágenes dentro de un mundo visto desde unas únicas contemplaciones visual y conceptualmente organizadas por adultos.

Observar es un trabajo realizado a partir de un continuo proceso de configuración y afianzamiento del lenguaje visual, que vamos adquiriendo y aprendiendo desde el propio reconocimiento de nuestros ojos, como un instrumento que siendo parte del cuerpo, tiene que ser reconocido y entrenado para aprender a descubrir los diferentes mundos que existen bajo nuestros pies y sobre nuestras cabezas en un periodo que lleva tiempo y paciencia de espera. En esta forma de acuerdo a la amplia o reducida perspectiva y mirada que tengamos del mundo, seremos también capaces de descubrirlo y/o redescubrirlo.

La producción de imagen como un universo de conceptos
No solo comunicamos con palabras y letras, ni únicamente a través de la escritura ni la oralidad, sino que también somos capaces de reproducir imágenes y hablar mediante estas, expresar acontecimientos y así mismo registrarlos para luego contarlos; entretejiendo el lenguaje, enredando o desenredando las palabras como lo hacemos con el hilo y la aguja, son los pinceles y colores, que irán componiendo cada historia contada por el hombre, siendo esto algo que siempre lo ha particularizado como ser humano. De esta manera también estableciéndose en el desarrollo del lenguaje como un elemento importante para la configuración del hombre, en la medida que le ayuda a sintetizar y a simbolizar particularidades y cualidades del medio.

Ilustración 30

Autorretrato, pintura de Echer.
Mediante las imágenes también narramos y contamos historias, podemos hablar y valernos de estas como herramientas para expandir de un modo más eficaz la comunicación y formas de ver el mundo, es importante poder darnos cuenta de su importancia y fuerza para registrar y comunicar, buscando variar e interrelacionar estas propiedades, y poder así llevarlas también al interior del contexto escolar y familiar.

Tenemos que desarrollar el pensamiento contemplativo para impregnarnos del espíritu de los seres y los lugares, que nos saquen fuera de la cotidianidad y nos rompa las cadenas que esta nos impone, restringiéndonos espacios para desarrollarlo, lo que muchas veces causa su desaparición de la mente del hombre.

La capacidad de contemplación nos permite desarrollar nuestra concepción del mundo, llama a la inventiva, a la curiosidad y a despertar pasión por explorar, investigar y conocer más sobre el mundo y su funcionamiento interno y externo.


Del mismo modo esta es una posibilidad que significa estar muy pendiente de algo de alguien, de mimarlo o consentirlo lo suficiente, tenemos como adultos cercados en espacios cotidianos, que recuperar el tiempo para la contemplación, ya que estos son momentos que propician la creación y la reflexión, los cuales deberán ser bastantemente protegidos.

Algo que debemos aprender de los niños, es su capacidad para contemplar los acontecimientos y detalles de la vida diaria, el tiempo para hacerlo y la creatividad que les despiertan estos espacios dentro del aula escolar y el hogar. Y no solo debemos centrarnos en la contemplación enfocada hacía su cuidado y el desarrollo humano, sino que también tenemos que contemplarnos amorosamente hacia nosotros mismos como maestros, padres y adultos, así lograremos la compresión de sí mismos y la de los demás en un ambiente de constante aprendizaje con una mirada al proceso de enseñanza de los niños.

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